La recesión global golpea las utilidades de las empresas argentinas y estadounidenses

Un marcado descenso volvieron a experimentar las utilidades de las empresas cotizantes en Bolsa durante el tercer trimestre de 2001, tanto en el ámbito local como en lo relativo a la plaza neoyorkina. Sin embargo, la respuesta de las cotizaciones accionarias, más dominadas por el factor expectativas, resultó disímil según el mercado que se trate.

En la economía doméstica, la falta de financiamiento externo, derivó en una acentuación de los ajustes internos, necesariamente recesivos, imprescindibles para mantener el equilibrio de las finanzas públicas. En ese sentido, el esquema de la caja de conversión no presenta sorpresas, ya que está llamado preponderantemente a magnificar las tendencias de expansión y contracción económica predominantes en el orbe. En efecto, carece de herramientas propias suficientemente contundentes, para modificar los flujos de capitales internacionales.

En el caso particular de la convertibilidad argentina, la recesión comenzó con bastante anticipación a que se esbozaran los primeros síntomas de enfriamiento mundial, especialmente en E.E.U.U. El importante desfasaje de precios relativos ahogó la actividad productiva, generando un círculo vicioso imposible de quebrar.

En este contexto, las 35 principales empresas del mercado bursátil argentino registraron una caída del 6,3% en sus ganancias en la comparación del tercer trimestre del año en curso con igual período del año anterior. El retroceso se ubica en el 30,8% si se comparan el período julio-setiembre con el trimestre inmediatamente anterior, de abril-junio.

Si se excluye de este análisis la dominante presencia de YPF (reúne 38% de la capitalización bursátil y 61% de las ganancias agregadas), la merma de los resultados contables se ubica en el 26,8% frente al año anterior y en 18,6% frente al trimestre anterior.

Si el análisis se circunscribe a las tres compañías con mayor ponderación en el índice Merval, que a su vez son las tres de mayor volumen de negocios diarios (Perez Companc Holding, Grupo Financiero Galicia y Telecom) el descenso se ubica en el 45,1% en la comparación interanual y en el 40,5% frente al trimestre previo.

Frente a este panorama desolador de los balances, las cotizaciones se ubican en niveles deprimidos, con el índice Merval muy cerca de los mínimos de la década, luego de haber caído un 45,2% en lo que va del año y un 74,6% respecto a sus máximos históricos. En ese sentido, no es un secreto que los mercados de capitales se adelantan a los acontecimientos.

Asimismo, a mediados de noviembre de 2001 y tomando como base los resultados del trimestre julio-setiembre anualizados, se puede hablar de un price-earning (PE) o relación precio-beneficio promedio de 8,5 años para el mercado argentino.

Pero a pesar de la exigüidad de las valuaciones, la tendencia de la Bolsa local parece haberse desligado de los balances y hasta cierto punto, de las noticias particulares de las empresas. Los flujos de inversión en acciones están mucho más pendientes de las grandes decisiones económicas: mantenimiento a rajatabla de la convertibilidad o en su defecto devaluación, dolarización y/o default. El potencial efecto de estas grandes líneas de acción, supera con creces la influencia de los números del balance de varios trimestres.

Por el momento, la debilidad de las cotizaciones nos está señalando que los inversores no anticipan ningún cambio sustancial en el actual estado de cosas, que derive en una remoción del estancamiento productivo. Una ratificación de la convertibilidad en los términos actuales, sería una apuesta a que la recesión mundial (estadounidense) sería breve y que en el primer semestre de 2002 las principales potencias retomen el crecimiento, derramando a posteriori sus efectos sobre los mercados emergentes. Es decir, que si esto resulta ser cierto, solo en una segunda etapa (siempre y cuando en el ínterin el país estabilice sus cuentas), se podría recoger ciertos beneficios a nivel de reactivación productiva.

Se admite que la economía estadounidense se encuentra en recesión a partir del segundo semestre de 2001. En efecto, luego de una marcada desaceleración que llevó a un magro crecimiento del 0,3% en el segundo trimestre; en el período julio-setiembre registró una caída del 0,4%. El cuarto trimestre también se proyecta adverso, al estar signado de lleno por los efectos del atentado del 11 de setiembre. La desocupación, pocos meses atrás inferior al 4%, saltó al 4,9% en setiembre y al 5,4% en octubre.

Las utilidades de las principales empresas cotizantes en la Unión en este momento están teniendo un comportamiento negativo similar a las argentinas. Las 500 compañías del S&P ganaron un 22% menos que un año atrás durante el tercer trimestre.

En el caso de las 30 industriales integrantes del Dow Jones los cambios también son marcados. Durante el año 2000 ganaron 485,14 dólares, concluyendo ese año con un PE de 22,2 años, al cerrar el DJI el 31-12-00 a 10786 puntos. Un día antes de los atentados terroristas el índice cotizaba en 9605 y las utilidades se proyectaban en 470,07 y 570,62 dólares para 2001 y 2002 respectivamente. Dos meses después de dicho acontecimiento el Dow logró cerrar ya marginalmente por encima del nivel del 10 de setiembre, remontando un descenso inicial del 16%; pero los beneficios corporativos se han deteriorado notablemente, redundando actualmente en un PE de 22,1 años. Esto significa que la presente baja en las ganancias explica casi a la perfección la caída del indicador en los primeros ocho meses del año, consiguiendo dejar el PE prácticamente inalterado.

A mediados de noviembre las utilidades proyectas para las 30 integrantes del DJI se han reducido a 435,45 dólares para 2001 y 476,14 para 2002, un 7,4% y 16,6% inferiores a las prevalecientes antes del atentado respectivamente. Si se tiene en cuenta que en la fatídica fecha solo faltaban 112 días para concluir el año, se puede colegir que durante dicho lapso final de 2001 las ganancias serán 24% inferiores a las previstas. A su vez, en todo el año 2001 ganarán un 10,2% menos que en 2000.

Para 2002 también se han bajado las estimaciones (un 16,6% como se señaló supra), pero igualmente se siguen proyectando ganancias un 9,3% mayores a las de este año.

La gran diferencia con la Bolsa argentina, no reside en el impacto contractivo puntual en los resultados societarios, que han sido superlativos en ambos casos, sino en la capacidad de reacción. Diferencia que obviamente viene dada por la fuerza, envergadura y margen de maniobra de la economía.

Frente al manifiesto deterioro de la economía, la FED aceleró la reducción de tasas de interés al 2% anual, la más baja en 40 años; al tiempo que el Ejecutivo envió al Congreso un amplio paquete de estímulo fiscal, utilizando para ello el superávit presupuestario de que disponía. Si bien la sombra de 10 años consecutivos de recesión en Japón siempre está presente, por el momento los analistas de Wall Street y lo que es más importante, el mercado mismo, cree en la eficacia del estímulo keynesiano.

Para Argentina, una salida rápida de la recesión estadounidense resulta vital en el éxito de su estrategia de apego a la convertibilidad, al ser siempre dependiente del flujo de capitales internacionales. Constituye una condición necesaria pero no suficiente para la reactivación productiva en el marco del modelo económico actual.

En conclusión, la recesión global está afectando profundamente tanto a las utilidades de las empresas argentinas como a las estadounidenses. Pero a dicha situación se ha llegado por caminos muy disímiles y sobre todo, el trasfondo económico de ambos países es muy diferente. Ello determina que la autoridad económica del Norte disponga de herramientas de política válidas, que al menos recibieron un visto bueno inicial de Wall Street. En cambio, en el plano local, pese a la sucesión de “paquetes” de medidas económicas, el mercado no anticipa un cambio de situación a corto plazo. Asimismo, puede colegirse que las expectativas sobre las grandes decisiones de política económica interna han desplazado tanto a la globalización como al análisis de rentabilidad expost derivado de los balances, como principal determinante de la tendencia bursátil del mercado argentino.